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Pelar las gambas con cuchillo y tenedor

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¿Martirio chino para quedar bien, o simplemente educación en algunos momentos? Yo creo que tiene un poco de las dos, pero sobre todo esto suele ser para dejar mal al otro comensal que no tiene ni idea de pelarlo así y va a quedar como el más cutre.

Hay personas que dicen que lo hacen porque les da alergia o porque no les gusta ese olor en los dedos… pero a mí no me engañan. Si te huelen los dedos luego te dan una toallita olor y sabor limón. Lo de porque sé que sabe a limón… mejor no preguntar. Y si tienes alergia en las manos, mejor no te lo comas a ver si vas a reventar por dentro. Como decía, lo hacen por quedar bien.

En mi propia incultura «cubiertística» no entra el concepto de perder más de un minuto en pelar una gambita… mi cabeza no lo procesa. En el tiempo en el que alguien normal se ha comido tres gambas, sacándole el mayor partido a la pieza, el que la pela finamente se ha comido una, ha desperdiciado su preciada cabeza y sigue pidiendo disculpas a la de su lado por haberla manchado

Este gran problema puede venir porque siempre he ido a comer a sitios de marisco a granel y no está bien visto que las peles así… pero descuidad, el día que vaya a comer gambas con el Rey diré que no me gustan o que me dan alergia, a ver si así me las pelan por la

Se acabó el llorar con las cebollas

Se han escuchado muchos consejos para prevenir el llanto cuando nos disponemos a cortar una cebolla, pero… ¿Por qué se produce esta reacción tan triste? ¿Acaso nos da pena comérnosla?

La cebolla contiene dos aceites esenciales, el disulfuro de alilpropilo y el metil-aliltrisulfato. El primero es precisamente el que nos provoca el lagrimeo debido a su volatilidad. Sin embargo, aunque sea el más molesto, es el que posee la mayoría de las propiedades terapéuticas que se atribuyen a dicho alimento. Cuando cortamos la cebolla, también estamos rompiendo enlaces celulares que desprenden una molécula que al entrar en contacto con nuestra nariz y ojos nos hacen llorar.

Las soluciones para evitar que se produzca esta situación han sido varias: colocar en la punta de un cuchillo un trozo de pan, mojar la punta del cuchillo con vinagre, pelar o cortar la cebolla bajo un chorro de agua caliente, dejar en el congelador la cebolla un rato para que se enfríe o simplemente mojar el cuchillo en agua y a continuación cortar.

Pues bien, el secreto se encuentra realmente en el filo del cuchillo. Cuanto más afilado sea, mejor. El porqué se debe a que si utilizamos un cuchillo poco afilado, lo que conseguimos es arrastrar la cebolla liberando este aceite en mayor cantidad. Empleando un cuchillo muy afilado el corte es más limpio y podremos evitar en gran medida arrastrar ese líquido aceitoso tan irritante. Si queréis, además podéis mojar el cuchillo en agua, para tomar más precauciones.

Raquel Campaya